[Males de la competitividad]
El maestro deploraba los males que acarreaba la competitividad.
“¿ Acaso el competir no hace aflorar lo mejor que hay en
nosotros?”, le preguntaron.
“ Todo lo contrario: hace aflorar lo peor porque te enseña a
odiar”
“¿ Odiar qué?”
“Odiarte a ti mismo, por permitir que tu actividad venga
determinada por tu competidor, no por tus propias necesidades y limitaciones; y
odiar a los demás, porque lo que buscas es triunfar a su costa”
“¡ Pero eso suena como una especie de réquiem por el cambio
y el progreso”, protestó alguien.
“ El único progreso que hay “, dijo el maestro, “es el
progreso del amor, y el único cambio digno de producirse es el cambio del
corazón”.
Anthony de Mello. Un minuto para el absurdo. Obra Completa
II. Ed SAL TERRAE Santander 2003. P 1392
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