MUERTE.
Jean
–Marc Vivenza . Le Diccionaire de René Guénon. Le Mercure Dauphinois. Grenoble
2002 p.314-316
Muerte corporal.
Muerte iniciática.
Muerte en sentido físico, es decir, la Muerte corporal, no
representa necesariamente un cambio de estado , sino que "puede
representar un simple cambio de modalidad en el interior del mismo estado de
existencia individual". Es una muerte que se recibe, se sufre, y no es de
hecho más que el fruto natural de un proceso de envejecimiento o un cese brutal
de la actividad de la existencia, sin que por todo ello el nivel espiritual del
individuo no sea modificado. El ser, habiendo agotado su ciclo de existencia,
pasa a otro estado, sin que este cambio afecte en modo alguno a su naturaleza. Guénon
nos dice: "La muerte corporal no sabría cambiar en el nivel espiritual
donde (los hombres) se encuentra en el momento en que sobreviene.
Es una muy extraña ilusión imaginar en efecto que la muerte
va a procurar cualidades intelectuales o espirituales que faltaron durante la
vida de la persona. La muerte actúa, para la mayoría de la gente, como un simple
retorno al Origen primero, sin interferencia cualitativa sobre el ser mismo de
la persona afectada por ella.
El hombre, en su estado natural, está bajo el dominio de la
"Voluntad del Cielo", no es dueño de nada, permanece bajo el peso de
una ley de hierro. Permanece bajo el peso de una ley de hierro de la que no
controla ningún elemento, una especie de brutal y categórico "ciclo de la
necesidad". A este respecto, Guénon cita, para ilustrar la fuerza de esta
determinación esta frase pertinente de Matgioi: "El hombre terrestre es esclavo en su nacimiento y muerte, es decir, en
relación con los dos actos principales
de su vida individual, a los únicos que resumen en suma su evolución especial con
respecto a los ojos del infinito.
Muy diferente a este respecto, como vamos a ver, es la
Muerte iniciática, que, ella, va a modificar profundamente la naturaleza del
ser, y le hará acceder a un estado incontestablemente muy superior a su simple
determinación según la carne, liberándole potencialmente en todos los casos, de
la prisión que constituye su "ciclo de necesidad", por la recepción
de lo que se denomina un "nuevo nacimiento", un "segundo
nacimiento". Si se ha afirmado que la iniciación es un "segundo
nacimiento ", "es que es en efecto", escribe René Guénon, este "segundo
nacimiento" implica necesariamente la muerte al mundo profano y le sigue de alguna manera inmediatamente, ya
que no son , hablando propiamente , más que las dos caras de un mismo cambio de
estado". Hay pues un paso de lo profano a través de muerte", y en
este caso a través de la "muerte iniciática", durante este cambio de
estado que conduce al nuevo iniciado de las tinieblas a la luz mediante el
abandono del "hombre viejo". Además, muy concretamente, el candidato debe,
en efecto, pasar "por las tinieblas completas antes de entrar en la
"verdadera luz", y es en este pasaje propiamente dicho, "que se
efectúa lo que se denomina el "descenso a los infiernos". Guénon
añade a este respecto, para comprender mejor la naturaleza del proceso puesto
en práctica en "descenso": "Es, se podría decir, como una especie
de "recapitulación" de los estados anteriores, mediante la cual las posibilidades
que se refieren al estado profano se agotará definitivamente, de modo que ser
pueda entonces desarrollar libremente las posibilidades de un orden superior que
lleva en sí, y cuya realización pertenece propiamente al dominio iniciático. La
muerte iniciática es, pues, una forma de abandono de la vieja naturaleza, una
auténtica ruptura con la existencia profana, un "segundo nacimiento",
y el acceso al reino de las verdaderas realidades metafísicas a través de la
calcinación del individuo profano, de donde la importancia simbólica del color
negro
La Muerte iniciática lleva al profano de la "existencia
por la carne" a la "existencia por el espíritu", al tomar el
camino del buscador que conduce, por extrañas y misteriosas puertas de la "oscuridad"
a la "Luz", y hace, por este motivo, a la recepción de esta última,
un verdadero "Hijo de la Luz" para siempre.
(Reflexiones sobre la Iniciación, cap. XXVΙ, "Sobre la Muerte
Iniciática".
Iniciación y
Realización Espiritual, cap. VIII "Salvación y Liberación", cap.
XXIX, "La unión de los extremos", cap.XXXI, "Las dos
noches".
El simbolismo de la Cruz, cap. XXΙI, "El Símbolo extremo oriental
del Yin-Yang; equivalencia metafísica del nacimiento y la muerte".
El hombre y su devenir
según el Vedanta, cap. XX, "La arteria coronal y el "rayo solar
rayo".
La Gran Tríada,
cap. XIII, "El ser y el medio".
Error espiritista,
cap. IV, "El carácter moderno del Espiritismo", cap. VII, "La
explicación de
de los fenómenos, cap. VIII, "Los límites de la
experimentación").
No hay comentarios:
Publicar un comentario