El exoterismo cristiano justo
Nikos Vardikas
Después de haber hablado en varias ocasiones aquí mismo del
núcleo esotérico del cristianismo, habíamos hablado de la noción de un exoterismo
justo y de la noción , vinculada a ésta, de los Pequeños Misterios.
Sobre esta base, abordaremos ahora la noción un exoterismo
cristiano justo, no olvidando que no más que del exoterismo que se puede
“discutir” y que no hay más que éste a “reformar”, cuando proceda, el esoterismo
permaneciendo siempre válido bajo no importa que condiciones. Veremos pues qué
tipo de exoterismo correspondería al esoterismo que nosotros nos hemos
esforzado en alcanzar; si constatamos que el que conocemos, en el 0riente y en el 0ccidente, no es “justo”, entonces temeríamos
que no cierre la puerta del esoterismo a los “llamados”.
En efecto, un exoterismo cristiano justo debería acentuar
sobre todo la posibilidad de filiación” que ofrece esta tradición, más allá (si
es posible) del simple “servicio”. Para eso, punto no bastan los sacramentos
mecánicamente y cuasi mágicamente repetidos. Ofrecen, ciertamente, la
posibilidad de “salvación” por vinculación al Cristo Jesús; pero lo “más” que
el cristianismo no puede descuidar sin renegarse no debe ser excluido, sino al
contrario “sugerido” siempre. Un cristianismo simplemente adorador está de este
lado el Judaísmo; degenerado en salvación forzada, es un Islam desviado; por válidas
que sean estas dos vías, ¡no deben ser consideradas como cristianas!
La Comunidad de los cristianos (el sentido de la palabra
“Iglesia”) debe ser viva, y no limitada a una jerarquía simplemente
moralizadora (sin que la Moral se deriva de una Ontología); ella debe ser una
comunidad sacralizadora y transformadora y no una reunión de fieles que tratan
de la destrucción del planeta, pero sin olvidar sus “deberes” eclesiásticos del
Domingo. Se trata de una vida según el modelo trinitario (una comunión amorosa)
que, por “exotérica” que sea, comienza solamente allí donde termina la “cultura
del exterior” que no es necesario (en el caso de la doctrina cristiana) tratar de negar ni de suplantar. Si se reclama una
ciencia “cristiana”, una escuela “cristiana”, un estado “cristiano”, se deforma
el mensaje del cristianismo que consiste en abrir otra perspectiva sobre todas
estas realidades, al colocar en sus justos y legítimos límites. Sin cambio de mentalidad
personal (métanoia) profunda y espontánea, es inútil pretender “reformar” el
exterior del mundo, que no debe nada a nadie. La muerte no está abolida a nivel
corporal, salvo si se suprime también el nacimiento; y esto no es una expresión
alegórica o simbólica sino real y literal.
ll no basta pues, bajo pretexto de exoterismo, con querer
“moralizar” la vida inhumana que llevamos todos bajo el régimen maquinista y
tecnicista propiamente “infernal”; es necesario enseñar (sobre todo por vivencia
y no solamente por sermón) que es el
hombre: un ser de dos naturalezas que está llamado a integrar.
Es así como se resuelve la aparente paradoja. Por una parte
decimos que no es suficiente moralizar, de la otra que no es necesario comenzar por ¡querer cambiar el exterior! Es también el sentido de la frase “dad al César lo que es
del César y a Dios lo que es de Dios”, que ha servido a menudo para justificar
el desvío materialista de las sociedades (ex) cristianas.
El cristianismo organizado no puede a limitarse, por lo
tanto, al “servicio de Dios”, ni a sus alabanzas (uno de los sentidos de la palabra
ortodoxia es: justa adoración): “no son los que me gritan Maestro , Maestro ,
quienes entrarán al Reino, sino los que guardan mis mandamientos”. ¿Cuáles son,
exactamente, estos mandamientos? Hemos visto, examinando el ésoterismo, que son
muy finos para justificar una vía separada, que heche de menos una lengua
sagrada, prohibiciones, etc. Vamos resumirlos aquí sucintamente:
— La superación del
ego.
Incluso para el exoterismo, es el único sentido posible de
todas las Palabras que indican “de volver a la otra mejilla”, “amar a los
enemigos”, “odiar sus padres” (mientras se les “honra”), “abandonar todo para
seguir ” el Maestro, “perder su alma”, “no tener donde descansar su cabeza”,
etc. En la vida del Maestro, se trata de la Crucifixión y del Descenso al
infierno seguidas de la Resurrección.
— Fijarse en lo
esencial
“No pensar en el mañana”, “que no acumulara tesoros sobre la
tierra”, “no olvidar la única cosa que cuenta”.
— Evitar la
esterilidad formalista
No subestimar los ritos, sino no supeditar la Verdad a
ningún procedimiento.
— Adorar “en espíritu
y en verdad”, “renacer en agua y espíritu”, “conocer la verdad que libera”,
“ser simples” - o unidos.
Estos “mandamientos” que no lo son, ya que no se puede mandar
sobrepasarse, no se puede más que recomendarlo, se basan todos en el
conocimiento vivido, entre otros el del Maestro mismo. El cristianismo no puede
pues ser exclusivamente exotérico, so pena de auto-anularse.
SITUACIÓN ACTUAL
Habiendo alcanzado sumariamente estas líneas conductoras, no
podemos ahora evitar examinar en qué medida el cristianismo organizado que
nosotros conocemos se ajustan en sus dogmas, ritos, artes y organización.
Está dividido (el cristianismo) en ramas Católico,
Ortodoxas, Protestantes y Orientales
(monofisitas); con todo respeto al “Fígaro”, no hay aún Iglesia “Ortodoxa Rusa
Católica” ni de “católicos nestorianos” - hay solamente católicos de rito
oriental.
La rama protestante, por su rechazo reconocido no del Papado
solamente (lo que habría podido ser legítimo) sino de toda tradición, por sus
preceptos individualistas e incluso literalmente pequeño-burgués se ha auto-mutilado
en simple ideología puritana, no-tradicional y anti-tradicional. Su papel en el
nacimiento de la actual forma de la sociedad antitradicional (capitalista y
socialista) es importante.
Las ramas monofisitas de las Iglesias orientales no-calcedonianas
sufren a veces de un malentendido: el monofisismo se dice, por ejemplo, en copto
“tawhedo”, lo que no adolece de reenviar no al concepto griego de una sola naturaleza sino al término musulmán
de “tawhid”, habitualmente traducido como “unicidad de la existencia”. Varios
de estas Iglesias son, por lo tanto, prácticamente Ortodoxas. En el caso en que
el monofisismo consiste en negar la mediación ontológica de Cristo, se trata
simplemente de un “Islam disfrazado”, de una posición quizá legítima pero no muy
cristiana.
Parece pues que nuestro examen debe sobre todo concernir a
la 'Ortodoxia y el Catolicismo, ramas en efecto a priori “tradicionales”, y que
intentan desde este siglo el acercamiento y el diálogo. Se dice a menudo que
sus diferencias han sido exageradas por una y otra parte, y que realmente se
trata en realidad sobre todo de óptica diferentes y legítimos y causadas por diferencias de cultura
y entorno. Hay, en efecto, tales
diferencias entre las dos ramas (la barba de los sacerdotes por ejemplo)
Pero la única digna de consideración, desde nuestro punto de vista , es de orden esencial y no tan contingente. Examinado los ritos, la teología, la organización y la acción
de las dos Iglesias, se constata que el sobre-acentuación de la Redención, de
las prácticas de Penitencia, de la fiesta de Navidad – con relación a las Pascuas,
la abstención del vino en el la Eucaristía, la hipertrofia y el carácter
meticuloso y juridicista de la organización eclesiástica delata, en Occidente,
un concepto según cuál el objetivo de la tradición es la humanización de los
seres infrahumanos, concebidos de partida como “absolutamente caídos. La
jerarquía reina sobre una manada irresponsable infantilizada, que se trata “de
rescatar”; esta concepción es vieja y procede de una actitud arria y aria puritana,
procedimental et juridicial. Ha sido conservada en el los hábitos de la
sociedad desacralizada, como cualquiera que haya hecho estancia en un hospital
lo sabe. Una vez más: es qizá legítima,
en su orden, ¿pero es cristiana?
En clima oriental, por el contrario, más allá y a través de peripecias
o atrofia organizativa de las Iglesias, todo comienza por la constatación y la
admiración de la Encarnación (que nos enseña o nos recuerda que nosotros no hemos dejado
ser excepto por ceguera), para acabar , si es posible, en la Deificación.
El “si es posible” debe ser matizado. Si no es posible que
todos o incluso el número más grande accedan
al estado Resucitado, callar esta posibilidad como objetivo de la vía, bajo
pretexto de realismo, tiene el efecto de cerrar la puerta a todos excepto a los
más cualificado que lo abrirá sin ninguna ayuda exotérica; pero esto no es un exoterismo
justo. Se puede aceptarlo, a falta de otro, pero sin absolverlo. La tentación de
separar demasiado lo sagrado de lo profano, él yo del otro, la fe del conocimiento,
el cuerpo del alma, la revelación de la experiencia del hombre de Dios, Jesús
del Cristo, la clero de los fieles, el 0riente del 0ccidente es de aquéllas que un cristiano debe
rechazar como falsa, ya que puede anular la dimensión participativa en la
verdad y solidificarlo en formulación, siempre supuesta “más total” y más
definitiva. Las sorprendentes paradojas del apofatismo ortodoxo, que rechaza,
al contrario, este fijación o solidificación de la verdad, no se encuentran solamente
en místicos aisladas, sino en la liturgia y los mismos himnos.
Esta diferencia, atestiguada en cuanto a los símbolos por el
contraste entre los iconos y las representaciones naturalistas de mortificaciones, explica la rapidez y la
facilidad del proceso de “despoblación”
religiosa en Occidente, desde que el humanismo ha postulado que el hombre era
una base de partida y no un objetivo alejado que debe alcanzarse. Ciertamente, haciendo
esto ha retirado también , pecando por orgullo y puesto que la tradición ya no coloca “más allá”, el concepto religioso mismo. El
humanismo, por erróneo que sea, deja intacta una tradición cuyo objetivo, por
definición, sobrepasa su marco (por ejemplo, el budismo).
Más que toda cuestión de detalle, es esta diferencia que los Orientales, que tienen de ello conciencia
en su teología “exotérica”, reprochan a la rama occidental. Lo que equivale a
decir que a fuerza de borrar él mismo su carácter exo-esotérico normal, el cristianismo occidental ha devenido solo exoterismo, poniendo así él mismo las
bases de su descrédito ulterior, y de su supervivencia únicamente en tanto que Moral y Obediencia que no suscita más, en
el mejor de los casos, que vocaciones de
“servidor”. Por no desdeñable que esto sea , bloquear la ruta a la formación de
los “hijos” es grave de otra manera para una tradición cristiana que es, por
añadidura, la más extendida (¿se puede decir que este sea un precio a pagar por
esta expansión?).
CONDICIONES PARA UNA APROXIMACIÓN
Desgraciadamente, las únicas señales de “rectificación” que vemos,
o en el (demasiado) enérgico Occidente, o en el (demasiado) letárgico Oriente, no
sobrepasan nunca el orden sentimental o moral, si no son sencillamente de orden
burocrático.
Ninguna comunidad - y, a fortiori, sociedad- puede vivir solamente sobre “valores morales”
que mejoran el ego, fijadas por un legislador (humano, divino o vicario de éste);
tiene necesidad de certezas ontológicas de donde los valores morales se derivan
naturalmente. La moral sola, tomada como premisa, aceptada en la ignorancia de
la única cuestión que importa (“¿Quién soy yo ? ”), por respeto a la autoridad,
en el temor a un castigo o en la esperanza de una recompensa, aunque sea póstuma,
esa moral no salva de la influencia del yo sino, pretendiendo mejorarlo, lo
refuerza. No es más que un “buena” ideología; una regla de vida no puede, sin
embargo, basarse sobre una “definición” de lo que la vida es.
II es pues esencial hablar, en el marco de un ecumenismo deseable
(sin más), en primer lugar, de lo que separa.
El acuerdo sobre lo que une o sobre las diferencias simplemente culturales y
legítimas puede considerarse, desde nuestro punto de vista, como adquirido por
adelantado. La única vía de salvación del cristianismo sería, por lo tanto, un
acuerdo dogmático entre la a rama
desviada más extendida y la rama ortodoxa más decadente (exteriormente). Si
resulta imposible, sería mejor dejar las cosas como están, con una Iglesia de Pedro
exotérica y una de Juan casi invisible. Si los Ortodoxos quieren “convertir” a
los Católicos, no lo harán bajo la férula del Patriarca “Ecuménico” (nosotros
ponemos de buen grado, en caso de acuerdo, comillas en torno a esta palabra) de
Constantinopla; no es deseable tampoco, que eso se haga bajo la del “Soberano”
Pontífice de Roma.
LA INVASIÓN DE LA POLÍTICA
Antes mismo de intentar acercarse (ya que, después de todo,
su Desunión corresponde, quizá, a una “economía superior”) o anatemizarse
mutuamente, las Iglesias, en principio detentadoras de la verdad, deben me ocuparse de su propia
supervivencia espiritual. Viven en un estado de invasión de todo el espacio mental por la política, que
niega su existencia misma: “Metal, estruendo, vaivén ininteligible, vida de
fealdad y trivialidad”, bajo el reino de las máquinas que obligan, para rodar,
a saquear la tierra. Desgarradas entre la implicación política o la caridad, las
Iglesias se arriesgan a volverse las herencias de este sistema industrial
totalitario.
La tríada democracia-industria-desarrollo ha tomado las dimensiones
de una (pseudo) religión que seduce “a los elegidos mismos”. Frente a esta
invasión, que se observa por todas partes, los representantes de las
autoridades espirituales deben, so pena de auto-anularse, actuar urgentemente
de la manera que les es propia; poner las cosas a su lugar y denunciar las
desviaciones; no participando en el juego político, ni en ignorancia de la causa.
La democracia industrial ha podido aparecer a causa de la mentalidad
dominante en el Renacimiento, sobre todo en el clima Protestante y germánico.
Sus preceptos antihumanos y antitradicionales son siempre incontestados:
— el único criterio
de la rentabilidad
- el postulado, no moral o inmoral sino
falso y peligroso, de ausencia de
límites: es necesario siempre más .
- La creación de un
universo no-natural, feo y mecánico, en el cuál circulan los explotadores y
los explotados. Los creadores vaishyas
de este sistema han favorecido la creación de más parias (proletarios)siempre,
desarraigados, marginales y deshumanizados.
Los marxistas, invirtiendo de manera típicamente kshatriya, tanto el principio metafísico
de la “marcha de la historia” como la metafísica en general, han exaltado los “valores proletarios” sin comprender que era escandaloso
que exista tal clase ; por otra parte han aceptado todos los preceptos
industriales que hemos evocado. Así pues, ellos han obrado por analogía con las
Iglesias que no han comprendido su papel. Han querido invertir este sistema en una determinada
dirección sin denunciar sus fundamentos mismos.
Pero si eso es normal para los materialistas, no lo es para
la autoridad espiritual: ha exaltado la pobreza en un sentido totalmente
marxista - cuando no ha sido activada del lado de los vaishyas- ha deseado una
industria “con Dios”, un socialismo “de rostro humano”. No escapa, a Este como en
el Oeste, a un humanismo de buena calidad, un moral de caridad y “derechos del hombre”. Su franja más consecuente prefiere simplemente oponer las obligaciones a los derechos; apenas
más. Su primer deber es, sin embargo, defender la “pobreza”, la renuncia
voluntaria a ciertos “valores” inútiles, denunciar la existencia misma de un
proletariado y de la industria, aunque esto no es “realista”. Y esto, sin
buscar moralizar la industria. Sin este denuncia hecha en nombre de los “fines
últimos” y no de los derechos de una jerarquía o de los fieles “a sus
opiniones” , el cristianismo, no juega, incluso dividido, su papel de guía y
renuncia a su estatuto de religión pura y simple, incluso exotérica Peor, juega
el juego del político invasor. Que el Primer Patriarca del Todas las Rusias haya
sido también “Diputado del Pueblo” es ridículo y chocando; no más, sin embargo,
que los atributos del Papa en su propio Estado.
El cristianismo no debe tomar un coloración feudal o
capitalista (como pudo hacerlo la Iglesia Romana) ni imperial o socialista (como
han llegado hacerlo las Iglesias Ortodoxas); ahora bien, es lo que hace no
predicando más que “los derechos humanos”, “el derecho al desarrollo”, y la “caridad”.
En vez de condenar las faltas de la “teología de la
liberación”, el cristianismo debería explicar por qué ese “desarrollo” es una
trampa; y esto, desde la opinión de su finalidad propia: “la razón suficiente de la
condición humana no es tal empresa económica” (incluso caritativa)” sino la
inmortalidad”. Si no, cae en la trampa de la caridad “que salva los cuerpos, pero mata las almas”.
No hay otra vía para salir del totalitarismo político actual
que la que consiste en evitar las nociones mismas de este totalitarismo:
“elevar el nivel de vida significa a menudo intentar un individuo encumbrarse
en más lujo y llevarle a la verdadera pobreza, a pesar del aumento de
producción”.
Es decir ¿ que la Iglesia debe abstenerse de toda acción? No.
Pero si no sostiene, en esta época , el principio que “cada uno no debería
tomar de la naturaleza más que lo que tiene necesidad para su vida en este
mundo” (1), no puede ser llamada consciente de
su papel.
Mientras que un sínodo de los obispos católicos discuta del
celibato de los sacerdotes, no en términos teológicos o eclesiásticos, sino
escuchando a los psicoanalistas, mientras que la Santa Sede y el Patriarcado de Moscú (entre
otros ) no hablen más que de desarrollo y
de humanismo, mientras se responda a la inhumanidad industrial planetaria
solamente por las “obligaciones” o por “fe-esperanza-caridad”, no se habrá
entendido ni a San Franco de Asís ni San
Serafín de Sarov.
La Iglesia, no cumpliendo su papel, habrá por eso mismo renunciado
a su derecho de existencia.
Si queremos recapitular los criterios para un exoterismo cristiano
justo (que debería ser un exo-esoterismo ) diríamos:
-solo las tradiciones Católica y Ortodoxa pueden hoy día,
“volver de nuevo” a su tradición común.
— entre las dos, la teología y la práctica de la 0rtodoxia
está más cerca de la exactitud exo-esotérica cristiana; el factor decisivo
parece haber sido, en la historia, la relación con el poder secular pero
también la concepción que tenía de ella misma cada Iglesia. El Catolicismo
lleva el peso de su secularización, bajo la presión del Germanos; la 0rtodoxia,
de su nacionalización, bajo la presión de los Eslavos.
— Si todas las tradiciones cristianas no denuncian, en nombre
de sus fines Últimos, la invasión de la política y los valores de desarrollo
(que se realizaron, bajo sus formas capitalistas y socialistas, en sus
territorios y bajo la presión respectiva de los pueblos convertidos
“catalizadores” (2)) todo diálogo y también toda
esperanza de rectificación aislada estarían comprometidas.
La “victoria del 0ccidente” se volverá también espiritual.
NOTAS
(1) Todas las citas
proceden de Castas y razas, de E Schuon.
(2) El papel de los
Germanos en la secularización del continuum feudalismo/capitalismo en Occidente
y en la nacionalización del continuum Imperio/socialismo en Oriente, es una constatación;
la “falta” no les viene sola sino que
pesa sobre la autoridad espiritual. Tanto
más cuanto que ésta está expresamente implicada en la constitución de los
reinos cristianos en América y la conversión de los amerindios, operada por los
Latinos, y que, en Oriente, la secularización de la Iglesia Rusa ha permitido “la
reforma” de Pedro el Grande. Se trata ahora de esto de esto: como no habría
sido bueno que el socialismo se planetarice, así como no es bueno que el capitalismo se haya
planetarizado. Pero es un hecho. G. Georgel había observado, con inquietud, que
los Anglosajones y los Eslavos son los pueblos más extendidos de la tierra.
*
Para los que ignoran todo
de la Iglesia de Oriente y que no sospechan , bona fide, de hacer apologética, o que atribuyen todos los incumplimientos
dogmáticos a “la época” o a la “necesidad”, nosotros recomendemos tres obras de
ortodoxos occidentales.
Olivier Clément, Bizance et le christianisme, París
(P.U.F.), 1964 - La Iglesia Ortodoxa,
coll. “Que sais -je?” N 949
Timothy (Kallistos)
Ware, The Orthodox Church, London
1963.
Algunos capítulos de Retour a l’ essentiel de Jean Biè se refieren
ahí también, explícitamente.
(Vers la Traditión 1987 nº27)
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