A propósito del exoterismo cristiano (Catolicismo)
NIKOS VARDHIKAS
Generalmente se analiza, cuando se mezcla con la metafísica,
con el tema opuesto (Véase el estudio correspondiente de Guénon). Sin embargo,
no es el esoterismo cristiano quien tenga necesidad de ser elucidado; es
el exoterismo cuya sola existencia
separada constituye un escándalo.
Se habla, tranquilamente, de los “tres monoteísmos”
abrahámicos, del “origen judío” de la
tradición cristiana - de donde la noción de “judéo-cristianismo”, del sostén
debido por los esoteristas al exotérismo necesario de la “renovación” vivida
por la Santa Sede bajo Juan Pablo II, y se
aflige de la mala pendiente seguida por el
0ccidente “después de la Edad Media”.
Así pues, se puede distinguir el cristianismo de su pietismo
dominante, EL judaísmo de su nacionalismo obtuso y el Islam de su fanatismo,
sin querer examinar del todo el papel
del exoterismo en todo eso, como si estos fenómenos fueran nuevos, y en consecuencia imputables a este ómnibus del
Kali-Yuga, Esta separación, sin embargo, verdadera en la medida en que un exoterismo
decadente puede a pesar de todo - pero no a
pesar suyo, sin embargo - haber salvaguardado una influencia espiritual, no
debe ser tomado como absoluto: desde el momento que el exoterismo desnaturaliza
el sentido de su tradición, sería simplemente idiota decir que esto es natural
“para un exoterismo”.
Me baso sobre una experiencia ortodoxa, y comienzo por
admitir que nuestra relajación espiritual (a pesar de las “buenas razones” de
las que la occidentalización no es la menor) debe estar allí por alguna cosa en
la marxistización de nuestros países; es esta misma aproximación que me
propongo aplicar al cristianismo occidental, que, él, no ha sido nunca
subyugado, ni aislado.
El cristianismo se distingue de cualquier otra religión viva
y sobre todo de los dos monoteísmos, por
su “mito” fundador:
Un Maestro ungido,
dios y hombre a parte entera, nacido de una Virgen, que deja como principal
enseñanza el desprecio de la letra en provecho del espíritu y esta doble
palabra:
- mi reino no es de
este mundo (dad… etc)
- el reino está dentro
de vosotros
Y como rito central el
reparto de Su cuerpo y de Su sangre, después de su muerte redentora (sobre
una cruz) y Su resurrección.
Todo eso no tiene a nada que ver, ni con el judaísmo ni con el Islam, si no es el concepto del Dios Único
Padre del Ungido. Que esto pueda, en el límite
no constituir una ruptura con el judaísmo, sea. Pero de allí a lo que de ahí
proviene, a pesar de la espera del Mesías, hay una gran distancia. Por otra
parte, el número-clave del cristianismo no es EL uno sino EL Tres-en-Un, lo que
tiene importantes implicaciones teológicas.
Por el contrario, todas estas características del
cristianismo, que escandalizan, justamente, los dos monoteísmos restantes, se
puede encontrarlas tal cual en tradiciones antiguas: Osiris, Dionisos, Shiva
(Ish). (1) EL hecho de que el cristianismo refiera
al judaísmo, sobre todo para hablar de complementariedad o de transformaciones
(universalización, abolición del Pecado Original) y el hecho que Jesús era él
mismo judío no pueden y no deben obscurecer este hecho de una “originalidad”
cristiana que vuelve a reanudar con las tradiciones más antiguas (2).
EL monoteísmo “absoluto” y olvidadizo de la Trinidad es un absurdo para
el cristianismo; por otra parte, los templos de “Dios” no existen, para él; un
monoteísmo absoluto, incluso “temperado ” por los dos aspectos de la divinidad,
inmanente y trascendente, no concluye inevitablemente en la unicidad del
existencia, que es una doctrina esotérica y como tal tenida por varias
tradiciones, sino en la confusión de niveles que caracteriza el cristianismo
éxoterico, y a la humanización; se vuelve demasiado fácil - y eso nunca ha
faltado- saltar del Dios UNO (celoso,
paternal etc) al Emperador.
El islam exotérico, reacción semítica contra el “politeísmo”
cristiano (o, al menos, el ” asociacionismo” cristiano) entre otras cosas,
aplica la conquista y el reduccionismo, así como su célebre fanatismo; no es
una casualidad. Es demasiado fácil separar tales evoluciones del exoterismo que
las genera o que las germina; si no el marxismo debe también tenerse como
inocente de lo que se hace “en su nombre”
EL judaísmo degenera demasiado fácilmente en su no menos célebre
confusión entre estado”, “nación” y “religión”. El catolicismo procede a la
conquista y degenera en pietismo.
Todo eso, a causa de un monoteísmo reductor que no es inexcusable
más que para el catolicismo, siendo la esencia misma de las dos otras
tradiciones. Se objetará, aquí, que los esoterismos de estas tradiciones no son
reductores y que se unen a la Tradición Primordial. Ninguna objeción. Lo que
decimos es que, en el caso preciso del cristianismo, la separación (demasiado
grande, hasta el punto que no se ve más que ella) es artificial y no cristiana.
EL cristianismo es a la vez exotérico y esotérico, o no es (con la precisión,
ciertamente, que los no cualificados no perciben más que el exterior).
No es necesario contar con los activos del exoterismo desnaturalizado
y, en el caso del cristianismo, es necesario decirlo por fin, muy insuficiente,
el hecho de que el esoterismo que llega hasta perseguir es válido.
EL odio del cuerpo no es un flaco error para una tradición cuyo
fundador se distingue de los fundadores de los otros monoteísmos precisamente
porque ¡se ha encarnado!
La infantil insistencia en querer afirmar que el mensaje del
Crucificado puede contenerse en sus “palabras” relatadas en los Evangelios
(extremadamente poco numerosas, estas palabras), sin ver la enseñanza vehiculada
por la historia misma del Cristo, no es nada menos que una ceguera.
Es consternante, para una tradición fundada por un 'hijo de Dios”,
un “jivan-mukti”, un iniciado realizado que llama a la “deificación”; para los católicos, nada más
que esta palabra, central en la ortodoxia, constituye un “olvido” inaceptable
de la “Caída”. Si, de acuerdo con nuestra concepción iniciática del
cristianismo, exponemos a los defensores del exoterismo esta observación que no
quita nada a cualidad de “verdadero Dios” de Jesús, ¿no seríamos acusados de sacrilegio?
Con todo, esta reacción de horror traiciona una incomprensión fundamental,
abisal.
Las sabias construcciones en Torno al tema de la “necesidad”
de limitar el discurso exotérico a “salvación” no bastan, en esta Edad Oscura.
Al contrario, contribuyen a precipitar la muerte de la tradición cristiana, en
su forma exterior al menos. Esta tradición no solamente no se” identifica ” a
la historia del 0ccidente, sino que es
no occidental en su esencia.
1 - VoirAlain
Daniélou, Shiva et Dionysos, Paris (Haya), 1979
2 - El papel de la
tradición griega fue significativo, en esta “renovación”, en gran perjuicio,
seguramente, de Judíos nacionalistas que se habían batido contra los Griegos
(Macabeos).
Por otra parte (pero
no a causa de este papel de la tradición griega), Jesús ha sido condenado por sedición, habiendo
preferido Caifás “que un hombre perezca más bien que la nación”; esta es la
razón por la que se condena a muerte por los romanos y no por los Judíos que
habrían tenido el derecho, si se trataba de sacrilegio, de poderlo matar por lapidación.
(Vers la Tradition nº
27)
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