jueves, 24 de abril de 2008

Unidad y diversidad.RES

UNIDAD Y DIVERSIDAD

La naturaleza universal del hombre no puede ser aprehendida en virtud de características externas, sino en virtud de características internas, de manera que frente a la extensión , la dispersión y la multiplicidad lo verdaderamente universal es intensidad, concentración y unicidad; así la universalidad del Sacro Imperio romano germánico de occidente no estaba basada en lazos materiales, políticos o militares sino en un lazo inmaterial, ideal y espiritual que era la fidelidad; un entramado de fidelidad que era cimiento de unión de comunidades múltiples y diversas; situación que permitió la existencia de una civilización medieval tradicional relativamente estable donde pudo coexistir la unidad y la jerarquía con una amplia medida de diversidad, de libertad y de independencia. Ausente en su fundamento la organización externa en materia política, militar o económica la soberanía del emperador estaba basada en una acción de presencia, no en una acción directa, en términos taoístas se llamaría wu-wei, obrar sin obrar, algo desde luego solo concebible un una civilización tradicional fuertemente impregnada de un sentido espiritual, y cuya eficacia fue mucho más a nivel simbólico que a nivel real.

Se tiende a olvidar o a ocultar frecuentemente que desde el momento del nacimiento del Imperio de Occidente con Carlomagno, estuvo aquejado de una afección maligna que se podía denominar faústica, afección típicamente occidental como recuerda O. Spengler, una variante de una universal tendencia política a la codicia de poder y ventajas. Así en el debe de este imperio, como en todos los habidos, figuró pronto la guerra de expansión y conquista frente a sajones, ávaros, wendos o magiares entre otros, que desde una concepción monista de la verdad podía tener una explicación como misión, aunque ciertamente teñida de violencia; no así el caso de la guerra de invasión y conquista de territorios del imperio romano de oriente, cristiano mucho antes que existiera ningún imperio occidental. Ya la propia fundación del Imperio de Occidente se realizó en buena medida frente al Imperio de Bizancio, se reclamó una nueva fuente de legitimidad religiosa dogmática y jurídica, frente a la Ortodoxia de Oriente, alentada políticamente por el emperador desde el concilio de Francfort hasta llegar con las novedades dogmáticas occidentales al Cisma, impropiamente llamado de Oriente, puesto que las novedades fueron introducidas por los occidentales y en sus primeros momentos con la oposición del entonces Obispo de Roma a las pretensiones heterodoxas imperiales. Humus adecuado para la incubación del espíritu faústico, la tradición fue siempre frágil en Occidente, incluso en la Edad Media.

Desaparecidos paulatinamente los fundamentos espirituales tradicionales o verticales, por así llamarlos, de la soberanía, y reducida ésta a una dimensión secular, laica, material u horizontal, es decir la del estado moderno, surge inevitablemente debido a la inversión de las direcciones una intervención política directa que tiende a la uniformización, a la nivelación, al centralismo y al absolutismo con la consecuencia de la supresión de autonomías, de derechos, fueros, privilegios y la desnaturalización étnica. Perdido progresivamente el fundamento sagrado y celeste del orden humano y reducido a medidas puramente humanas, subjetivas, y conjeturables, avanza un progresivo desorden o entropía social que tiene curiosas manifestaciones, junto a una creciente metástasis de estados nacionales y micronacionales se produce una creciente laminación uniformizadora que elimina la diversidad de pensamiento, de mercados, de vestimentas, de alimentos, de razas, de plantas, de animales, en suma avance imparable hacia el desmadre y el caos. Se presentan así dos aspectos aparentemente opuestos de dispersión y uniformización , pero perfectamente coherentes en el fondo , no pretendiendo la globalización mundialista otra cosa que una pura reducción cuantitativa y economicista, para la que resulta un obstáculo hasta los últimos y endebles baluartes de justicia distributiva que mantenían hasta el momento los viejos estados nacionales. La propia guerra que de acuerdo con las teorías evolucionistas y progresistas debería desaparecer, ha progresado por el contrario muchísimo, cualquier guerra de la que la humanidad conserva memoria empalidece ante las guerras del siglo XX, y la propia globalización que se pretende fin de la historia no parece sino que va a universalizar el fenómeno de la guerra en alguna de las variadas formas de guerras o guerrillas de secesión, de narcotráfico, de revolución o de terrorismo. Algún cándido, sin duda poco versado en la Biblia y el Apocalipsis, suspira por un estado moderno, laico, secular y global o pseudouniversal como colofón final.

Sumergidos una civilización reducida, en el mejor de los casos, al horizonte de la razón instrumental no se tiene perspectiva suficiente para contemplar otras dimensiones del ser y la política como tantas otras cosas se enfoca con una óptica distorsionada que fue certeramente expresado por Nicolás Berdaieff, y que de alguna manera serán el leit motiv de estas reflexiones:

La política no es real en el sentido último, metafísico, de esta palabra, no llega hasta las raíces del ser; la política permanece en la superficie y no crea sino una apariencia de ser.

(N. Berdaieff. El sentido de la creción. Ed Carlos Lohlé. Buenos Aires1978, p335)


No faltará naturalmente los rechazos contundentes de esas afirmaciones y se echará mano de ese coloso poder que es el estado, como prueba irrefutable de la pesada realidad que es la política. No solo se ponderará su realidad sino su bondad, ¡manes de Hegel!, el estado como realización del espíritu absoluto. Sin llegar a esos extremos sino con una especie de buen sentido se justifica a veces de una manera un tanto neutral y abogadesca al estado como sustentador del bien común, cuyo calado no es tan profundo como a primera vista pudiera suponerse; de nuevo Berdaieff en sus agudas observaciones acerca del estado desde un punto de vista ético, da un contrapunto poco convencional:


El estado por su origen, su esencia y su fin no está más animado por el pathos de la libertad, que por el del bien, o por el de la persona humana, aunque tenga relación con ellos. Representa ante todo el organizador del caos natural, cuyo pathos es el orden, la fuerza, la expansión, la formación de grandes entidades históricas. Si mantiene de una manera coercitiva un mínimo de bien y justicia, no lo hace nunca porque sea naturalmente bueno o equitativo – estos sentimientos le son extraños –sino únicamente porque sin ese mínimo, se produciría una confusión general, que amenazaría con disociar las entidades históricas; porque peligraría de perder él mismo toda potencia y toda estabilidad. El principio del Estado es ante todo la fuerza y la prefiere al derecho, a la justicia y al bien. El acrecentamiento de su potencia es su destino, lo encadena a las conquistas, a la extensión, a la prosperidad, pero peligra también de llevarlo a su pérdida. En el conflicto de las fuerzas reales y del derecho ideal, el Estado opta siempre a favor de las primeras, y no es el mismo más que la expresión de sus correlaciones. No puede revestir ninguna forma ideal,- todas las utopías que lo sugieren están viciadas en su base -, no es susceptible más que de mejoras relativas, y estas están ligadas a los límites que se le impone. El estado aspira siempre a transgredir sus límites y a llegar a ser absoluto, sea bajo la forma de monarquía, de democracia o de comunismo .

(N. Berdaieff. De la destination de l´homme.Essai d’ethique paradoxale. L’Age d’ Homme. Laussane 1979 pp 253-254)


De forma que el estado moderno, sea cual sea, en cuanto bien común, es sencillamente un mal necesario, algo convenientemente ocultado por políticos, funcionarios y nacionalistas de vario pelaje, ese monstruo frío que muy en el fondo vislumbra certeramente el pueblo. Así que paradójicamente el bien común es un mal menor, el bien un mal, pero en nuestras latitudes saturadas de numerosos nacionalismos idolátricos se pretende, a manera del timo de la estampita, vender la moto de que el estado, surgido en el parto de la violencia, es la culminación feliz de la nación o micronación que se quiere fieramente independiente y capaz de suministrar una especie de anticipo jubiloso del paraíso, lo que deja patidifusos a los irreverentes que no aman locamente naciones ni menos aún estados.

El origen de esa imparable tendencia está en la misma noción de pueblo, que desde un punto de vista tradicional es la prolongación en la tierra de un orden celeste de derechos y deberes fuera de los cuales ningún sentido tiene el pueblo ni el hombre; pero liquidado el sentido tradicional y emergiendo un sentido meramente profano que ningún resquicio deja al orden trascendente, el pueblo pasa a ser colectivo definible y cuantificable por caracteres de inclusión o exclusión, lo interno externo, lo universal particular, la herencia espiritual genes biológicos, la fidelidad y el respeto coerción legal, es decir el pueblo tradicional, o jana en sánscrito, se convierte en demos, en moderna nación o nacionalidad, pero es dudoso que ningún moderno entienda ya de que se habla. El punto de vista nacionalista íntrínsecamente ligado a la exclusión es un permanente foco de discordia actual o potencial, según el momento y la historia corrobora bien la ejecutoria violenta del nacionalismo como invento moderno:

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En todo caso los Estados disimulan tras ellos las naciones, con sus interese y sus fracasos, sus amores y sus odios respectivos. La nación representa incontestablemente un valor superior al Estado que no tiene más que una significación funcional, en relación con la formación, la protección y el desarrollo de la primera. Pero el valor nacional, como todos los otros valores, puede desfigurarse y pretender una significación suprema y absoluta. Llega a ser entonces nacionalismo egocéntrico, enfermedad de la que todos los pueblos están más o menos aquejados y que execra a todas las naciones salvo la suya, tiende a apoderase de la totalidad de los valores. Incluso reconociendo el valor de la nación, la ética debe pues condenar la aberración del nacionalismo, comparable a las del estatalismo, del clericalismo, del cientifismo, del moralismo, del esteticismo, que ofrecen todos formas de idolatría. En todo caso, si debe condenarlo, debe pronunciarse también contra la mentira que se le opone: el internacionalismo. Las naciones, en tanto que valores positivos, forman parte jerárquicamente de la unidad concreta de la humanidad que engloba su diversidad

(N. Berdaieff.Op Cit. Pp 261-262)

Nuestro país, destinado acaso a convertirse pronto en unos segundos Balkanes ,suministra una privilegiada atalaya para observar el imparable fenómeno de nacionalismos y micronacionalismos , estados y microestados, que a falta de una perspectiva tradicional y cíclica de la historia se convierte en un enigma que no aciertan a explicar ni la economía, ni los credos religiosos, ni la perspectiva evolucionista y progresista, ni la estatalista, ni la emoción aterrorizada del buen pueblo. Pero quizá el fenómeno más interesante no son precisamente los denominados nacionalismos periféricos, que la propaganda y los medios ponen cotidianamente en el punto de mira del ciudadano, sino más bien lo otro. ¿ Y que es lo otro?, lo otro es lo que en lenguaje periodístico se ha denominado: lo que queda de España, ese conjunto de retales no muy bien definidos que son Castilla, León, Extremadura, Murcia y otras. Fijándose en Castilla como retal objeto de atención preferente, llama la atención su extraordinaria laminación y uniformización debida al moderno estado español, nada extraño si se tiene en cuenta que el 60% o 70% de los castellanos viven en Madrid, capital del estado. Una primera impresión superficial, que a base de repetirse se ha convertido en tópico, se expresa en el sentido de que el castellano no es nacionalista, es bastante apolítico, es universalista y poco localista etc. Todos estos atributos son muy relativos y en la mayoría de los casos encierran una componente sofística poco acorde con la verdad.

La componente nacionalista del castellano medio poco tiene que ver con el ardor de neófito de los nacionalismos periféricos emergentes, se trata de una vaga admisión de su carácter de español, es decir perteneciente al fin y al cabo a un estado moderno llamado España del que se considera más sujeto paciente que otra cosa, por tanto político a su pesar que con un cierto tono escéptico admitiría en la mayoría de los casos algunas sentencias de Berdaieff:

La política rodea la vida humana como una formación parasitaria que le succiona la sangre. La mayor parte de la vida política y social de la humanidad contemporánea no es una vida ontológica real, es una vida ficticia, ilusoria. La lucha de partidos, los parlamentos, los mítines, la propaganda y las manifestaciones, la lucha por el poder: todo esto no es la verdadera vida, no guarda relación con la esencia y los fines de la vida, es difícil penetrar a través de todo esto para llegar al núcleo ontológico

(N. Berdaieff. Una nueva Edad Media. Ed Carlos Lohlé. Buenos Aires 1979. p164 )

Así el momento solemne en el que el pueblo castellano delega su representación en un partido con su papeleta, que no otra cosa es la democracia moderna, se cumple como quien rellena una quiniela, pero con bastante menos espectativas por un posible premio. Un partido de fútbol le presenta bastante más interés que un debate parlamentario de partidos, una serie televisiva medianamente pasable más que una campaña electoral y un concierto de rock más que un mitin. Y en el fondo de su corazón detesta pagar impuestos para el mantenimiento del estado español. La constitución, suponiendo que la conozca, le deja bastante frío, en el mejor de los casos le puede atribuir el mismo valor que al código de la circulación:

Ninguna legitimidad tanto de las antiguas monarquías como de las jóvenes democracias, con su teoría del pueblo soberano, ha conservado su imperio sobre las almas. No se cree ya más en una forma jurídica o política, y nadie daría más de medio copec por una constitución

(N. Berdaieff. Ob Cit. P70)

En lo que se refiere a universalismo, se trata en la mayoría de los casos de una confusión con la homogeneidad uniformizadora de la globalización, a la que propenden todas las naciones y megápolis, la pseudouniversalidad de coca cola, Mc Donalds y Eurodisney. En ese sentido se trata de evitar todo lo que suene a autóctono, mirado con un cierto complejo de inferioridad, resultando en efecto el castellano al revés que el andaluz un pueblo muy poco folclórico y típico; solo como ejemplo la Comunidad de Madrid acaba de rechazarun ofrecimiento de una notable agrupación musical para enseñar en las escuelas a los niños una sola canción y una sola danza del rico folclore madrileño; se incurre pues con facilidad en aquel dicho de Oscar Wilde de que nadie puede interesar a los demás si no es genuino. El castellano como otros tantos pueblo de Europa occidental fue perdiendo a lo largo de los siglos el sentido tradicional de la universalidad, con episodios de feroz exclusivismo como las cruzadas, la Inquisición, las guerras de religión, la secularización y el pragmatismo hedonista.

El castellano medio, incluido el madrileño, es por el contrario empobrecedoramente localista en demasiadas ocasiones, debido en buena parte a su laminación y despojo por parte del estado moderno, que comenzó mucho antes que en otras regiones, y sufre así un extraño síndrome de Estocolmo con relación a su raptor; en lugar de considerarse como pueblo y como individuo parte de España, se considera directamente español, de lo que se deducen comportamientos y pensamientos no siempre simpáticos y amistosos; en su opinión todos deberían ser igual que él; así por ejemplo un catalán o un gallego debería ser lo que el considera ser español y no hablar más que español, que en su estrechez ignora que es básicamente castellano, en lugar de sus lenguas vernáculas.

En medio de este fin de fiesta, no han dejado de presentarse voces de alarma que alertan acerca de la conveniencia de que Castilla esté presente y alerta en medio de la arrebatiña generalizada para llevarse su parte; lo que desde un punto de vista económico no deja de tener su lógica, probablemente mayor que la de aquellos que dan por supuesto e inevitable que en una lucha por la liquidación y finiquito, las regiones más fuertes económicamente hablando y más pobladas tienen todas las condiciones para llevarse lógica y fatalmente la mejor parte del pastel.

Pero lo más curioso no son estas lógicas implacables de lucha por el poder y la ventaja, sino los que las propagan. Suele tratarse de pequeños partidos políticos que surgidos en Castilla, aunque no todos, tienen una indeleble marca de origen que los identifica a cien leguas. Inhábiles para una identificación medianamente aceptable de lo que es Castilla, y tributarios de la uniformización estatal española, proponen amplias tierras para definirlas sin anclajes históricos que valgan, en base a una lengua común, al tópico de la parda meseta surcada de churras y merinas y a la convivencia secular de pueblos; recuerdan en sus argumentos los patéticos discursos de fin de año de aquel general gallego que con voz temblorosa y aflautada hablaba de la unidad y hermandad de los pueblos de España. Dan pues amplia razón a los periodistas que hablan más de lo que queda de España que no de Castilla, de Extremadura o de la Rioja. Y al igual que a su modelo a esta especie de neofranquismo castellanista o pancastellenista de nuevo cuño le surgen sus separatismos, cantonalismos y demás herejías: así leoneses que reclaman su herencia cultural, cántabros que ni soñando quieren tener su capital en Valladolid, riojanos que idem de lienzo y otras mil batallitas de aburrida enumeración. Proponen con entusiasmo Castilla nación, o Castilla comunera, desconociendo la mayor parte el significado de este adjetivo, otros Castilla fieramente independiente y otros una, grande y libre; tienen sin duda miedo a ser pocos o a ser poco extensos. Todo ello, para más inri, en medio de los pueblos políticamente más escépticos de la vieja piel de toro.

Extrañamente coincidentes algunos de estos pequeños partidos con los nacionalismos periféricos, hasta el punto de haber sido acusados de estar financiados por aquellos, proponen sin pudor una lista de las características nacionales castellanas, entre las que no dejan de incluir la singularidad de la lengua, que en este caso no se trata de una lengua postergada, sino de una lengua de extensión mundial hablada por unos 400 o 500 millones de personas. Al carecer propiamente de enemigo al que atacar, mecanismo paranoico y sádico que al parecer da buenos resultados en otros nacionalismos, no proponen sino las consignas de una España en pequeñito, o de lo que queda de España, pues estrictamente hablando su difusa idea de Castilla no significa nada, triviales discursos con toque de victimismo, y por supuesto, como partidos que son, homilías para que les voten con objeto de realizar sus inanes propuestas. Naturalmente el personal ya de por si poco propicio a la política, los acusa de insoportables y palizas, les aconsejan que se abstengan de hacer aburrida e insulsa propaganda partidaria, que se marchen con la murga a otro sitio a dar la lata, e incluso no faltan los que con razón les dicen que son más castellanos que ellos y que saben mejor que ellos lo que es Castilla. Víctimas de su agitación y ofuscación partidaria, no acaban de entender por que no los votan masivamente y porque no se engrosan sus filas con entusiastas seguidores; curioso desconocimiento del pueblo que en teoría quieren representar.

Hay otras variantes que más que nacionalismo pretende ejercer un vetusto izquierdismo a nivel local, reconociendo su progresivo desahucio a niveles más extensos, aunque curiosamente su definición territorial no deja de coincidir con el neofranquismo pancastellanista de los otros minipartidos; las propuestas por este lado además de los consabidos intentos de conseguir votos, se centran en la vieja propuesta de la socialización de los medios de producción, la igualdad económica, la exaltación proletaria y programas redentores y salvíficos del mismo jaez, amen de abundantes descalificaciones como vil reaccionario y fascista, adjetivo este último comodín y polisémico donde los haya, a los que no son partidarios de sus eslogans:

La socialización de los medios de producción no es verdaderamente el fin y la substancia de la vida. No encontrareis en lo económico nada que tenga que ver con los fines, no con los medios de la vida. La socialización de los medios de producción no es verdaderamente el fin y la substancia de la vida. La igualdad económica no es el fin de la vida. Y tampoco el trabajo material organizado y productivo, que el socialismo diviniza. La divinización socialista del trabajo material, con desprecio de sus valores cualitativos, proviene del olvido del fin y del sentido de la vida. Si el socialismo ha tomado tanta importancia en nuestra época es porque los fines de la vida humana se han oscurecido, han sido reemplazados definitivamente por los medios de la vida.

(N. Berdaieff. Ob Cit. P154)

En cualquier caso todos estos micropartidos: nacionalistas e izquierdistas ignoran o quieren ignorar la tragedia histórica castellana, la liquidación inaugural de sus fueros peculiares por el estado absolutista, que por lo visto era el progreso de la secularidad y el abandono de la tradición medieval ; atrapados por su idea recidiva de ser una nación moderna con su estado ad hoc y su inevitable uniformización, dominado por la derecha o por la izquierda, que poco importa ya eso en la época del pensamiento único, no comprenden que la persecución partidista del poder no añadirá más que nuevas discordias, confusión y trivialidad. De la misma forma que ante los enormes riesgos que presenta la economía gigantesca y globalizada de colapsar a millones de hombres, como puede ocurrir si fallara el suministro eléctrico a una megápolis millonaria durante una semana , se propuso la idea de una reducción de la economía a una escala humana, como fue la idea de Schumacher en su conocida obra “ Lo pequeño es hermoso”, desarrollo de consecuente de una ética budista de la economía; así la restauración del viejo concejo popular, de los fueros, de los pactos (phoedus), podría ser una reducción de la política a escala humana, una ayuda a los fines del hombre y no una subordinación de este a los partidos, a los estados y a las organizaciones y poderes supranacionales. Sería además una importante labor de ecología cultural antes de que se pierda definitivamente entre estados, partidos, diputados, programas, componendas, boletines oficiales, arribistas, sinvergüenzas y otros hasta la noción de lo que fue la Castilla comunera medieval.

lunes, 21 de abril de 2008

En el nombre de la ciencia. Andrew Goliszek

Es habitual en los lugares destinados a hablar de temas regionales hablar de temas como historia, arte, folclore, hábitat rural, naturaleza, deportes autóctonos y un sin fin de cosas a los que están más o menos habituados todos los que transitan por esos lugares.

Hay sin embargo otras cuestiones que se evitan cuidadosamente dando por supuesto que son cuestiones de ámbito privado que no merecen ningún tipo de atención. Una de esas cuestiones es el tema delicado del aborto, que concierne también a Castilla como a otros muchos lugares del mundo ancho y ajeno. Es este caso más que referirnos a una actividad más o menos clandestina, prohibida y oculta como lo era hasta hace pocas décadas, nos referimos a la moderna industria del aborto practicada a nivel mundial con diversos tipos de autorizaciones y bendiciones tanto de la administración como de la opinión pública. El texto aquí aportado se refiere a EE.UU. cabeza del imperio mundial, pero en absoluto está limitada a él, únicamente que hay mayor información porque el secretismo es menor en EE.UU. que en Europa, debido a la mayor experiencia y andadura de la prensa de investigación, a las abundantes comisiones ante el Congreso y el Senado, y otras particularidades de la que fue la primera nación fundacionalmente democrática del mundo.

De la lectura del texto se saca la conclusión de que en este momento se practican horrores comparables a los de Auschwitz, Sobibor, Treblinka o a los de la siberiana Vorkuta del GULAG pero no en países dominados por fuerzas políticas análogas al nacionalsocialismo hitleriano o al comunismo soviético sino en estados formalmente liberal-democráticos.Y esto desde hace más de un decenio. Lo testimonios recuerdan la obra de teatro de Peter Weiss: "La indagación", escrita con motivo de la revisión de los procesos de los torturadores nazis en la entonces República Federal Alemana en la década de los sesenta del pasado siglo

************* ANEXO ********************

En el nombre de la ciencia

Capítulo 9: Lo que nos reserva el futuro.

El matadero humano: la subida en flecha de la cosecha de tejidos y el tráfico de órganos

Apenas acababa de levantar el día en una pequeña ciudad del Midwest cuando, en los alrededores de una maternidad, un técnico lanzó a un contenedor dos bolsas de basura llenadas restos de fetos tratados la víspera. La trituradora de palanca, donde se destruían en general los restos de feto y que conducía a las alcantarillas de la ciudad, estaba averiado. Se oyó un ruido de bolsa de basura golpeado contra el metal, y los restos cayeron en el vertedero con los otros detritos.

En la clínica, otro técnico estaba ocupado consultar una lista de pedidos generados por informática, viniendo de investigadores de las cuatro esquinas del mundo. En la actualidad, las solicitudes incluían riñones, cerebros, del tuétano espinal, de los pulmones, una pierna y su cadera, un timo y dos hígados. Las solicitudes correspondían a las citas de las pacientes que venían a hacerse abortar ese día. A lo largo de la mañana y de la tarde, se extraerán fetos, algún con edades de por lo menos treinta semanas (a veces matados solamente una vez salidos del vientre), se los disecará en cadena, se los condicionará en la nieve carbónica, y se los enviará por UPS, FedEx y Airbone a laboratorios, compañías farmacéuticas, universidades y clínicas a efectos de experiencias médicas.

Aunque las leyes federales prohíben la venta de tejidos y partes del cuerpo humano, la orden del Presidente Clinton, en 1993, de permitir la financiación con el dinero de los contribuyentes investigaciones sobre los fetos abortados, permitió la subida en flecha de una nueva industria: la recogida y la venta de órganos de bebés. Menos de un año después de la firma de esta ley, el US National Institute of Health (NIH) que garantiza su propio servicio de recogida veinticuatro de cada veinticuatro horas en clínicas de abortos que participan este programa, ha publicado las directivas y la información sobre estas actividades. El paso que sigue se extrae de la guía del NIH del 11 de marzo de 1994, Avalability Human Fetal Tissue.

"Los tejidos embrionarios y fetales están disponibles en el laboratorio central de embriología de la Universidad de Washington". El laboratorio, apoyado por el Nacional Institute of Health, puede proporcionar tejidos procedentes de fetos normales y anormales de edades gestacionales de un plazo de 40 días. Se obtienen exacciones en algunos minutos y se esterilizan los tejidos, puestos bajo observación, tratados según las exigencias de cada investigador. Actualmente, los métodos de procedimiento incluyen la fijación inmediata, la refrigeración en nitrógeno y la colocación en una solución tampón o medio elegidos y/o proporcionada. Las exacciones son enviadas por correo expreso en la noche y llegan la mañana del día siguiente. El laboratorio puede también proporcionar una serie de cortes de embriones humanos preservados en un fijador de metilo Carnoy, sellados en parafina y puestas en placa de 5 micrones. "

Para evitar las irregularidades, o encubrir las pruebas de venta, las clínicas de abortos bordea la ley alquilando locales, en su recinto, a compañías de "cosecha" que, hasta cierto punto, sirven de intermediario entre los médicos que practican abortos y los investigadores que necesitan órganos y tejidos humanos. Se remunera la clínica de abortos por el alquiler que permite a los colectores establecer un "taller de recorte" dónde toman y disecan a los bebés abortados que "se les da". A su vez, los recolectores hacen "subvenciones" de partes corporales a los investigadores. Por lo tanto, en vez de vender directamente tejidos, se paga a las compañías de cosecha para "servicios de recuperación" por una parte y para los "gastos de entrega" de otro, y no por el comercio de residuos humanos.

Disecado y vendido en pedazos, un bebé solo él puede generar hasta catorce mil de dólares. Una compañía de esta calidad, Opening Lines, Inc.de West Franklin, en Illinois, utiliza más de cien fetos al día y hace la publicidad abiertamente sobre "tejidos de calidad superior, precios más accesibles, todos gastos incluidos, preparados previa petición y suministrados en las cantidades que desean y según sus necesidades". Sus precios, según el Dr. Miles Jones, vienen determinados por la ley del mercado y por el interés del comprador para tejidos humanos. El folleto de la compañía, que anima a los abortistas "transformar maravillosamente la decisión de sus pacientes", propone las tarifas detalladas siguientes

Espécimen bruto (> 8 semanas) $ 70
Espécimen bruto (<> 8 semanas) $ 125
Bazo (<> 8 semanas) $ 50
Páncreas (<> 8 semanas) $ 75
Timo (<> 8 semanas) $ 100 Riñones - dividido $ 150
Hipófisis (> 8 semanas) $300
Tuétano óseo (<> 8 semanas) $ 50
Ojos (<> 8 semanas) 40% de descuento para un ojo $50
Pieles (> 12 semanas) $ 100
Pulmones y corazón $ 150
Cadáver de embrión intacto (<> 8 semanas) $ 600
Cráneo intacto $ 12-5
Tronco intacto (con/sin miembro) $ 50C
Gónadas $ 550
Sangre de cordón umbilical (snap frozen LN2) $ 125
Columna vertebral $ 150
Tuétano espinali $ 325

Precios validos hasta el 31 de diciembre de 1999.

Se disimula a menudo un hecho al público: es necesario orientar a menudo los bebés en la buena posición, luego disecarlos lentamente, vivos, en el proceso de recogida, con el fin de garantizar que los preciosos tejidos no sean dañados. Un artículo de los Archives of Neurology de 1990 describe que las técnicas de aborto necesitan de tres a cuatro horas más que lo normal si se quiere conservar el tejido intacto y obtener las mejores muestras posibles. Cuanto más largo es el procedimiento, más está sometido a tortura el bebé.

He aquí una trascripción parcial de un testimonio en un pleito que tuvo lugar en julio de 1997; el Dr. Leroy Carhart, colector de tejidos la Universidad del Nebraska, demandaba en juicio al Estado del Nebraska contra la prohibición de algunas técnicas de aborto.

Carhart: El método que utilizo generalmente consiste desmembrar la extremidad luego volver de nuevo e intentar retirar el feto por el pie o la cabeza, poco importa, por la extremidad que puedo agarrar en primero.

El abogado: ¿Cómo hicieron "para desmembrar la extremidad?

Carhart: Por tracción y rotación, cogiendo la parte que se puede coger; la mayor parte del tiempo, se encuentra cerca del diafisis de la parte expuesta del feto. Se extrae hacia abajo por el hueso, utilizando el hueso interna como contra -tracción y haciendo girar para desmembrar el hombro, la cadera, o no importa que otra cosa. A veces, pueden coger una pierna sin poder hacer salir la otra.

El abogado: ¿En este caso, cuándo extraen contra el brazo y lo retiran, el feto está siempre en vida?

Carhart: Sí.

El abogado: ¿Consideran, por ejemplo, que un brazo representa una parte importante del feto?

Carhart: Según mi manera de ver las cosas, pienso que si pierdo un brazo, es una gran pérdida para mi. Pienso que debería interpretarlo de esta manera.

El abogado: ¿Y a continuación, que pasa una vez el brazo retirado? ¿Intentan más tarde retirar el resto del feto?

Carhart: A continuación vuelvo de nuevo e intento hacer descender los pies o la cabeza, o sea a veces tomo el otro brazo, y lo quito también y a continuación hago descender los pies.

El abogado: En qué momento el feto …¿En que momento muere el feto con este procedimiento?

Carhart: No sé realmente. Sé que el feto está en vida durante la mayor parte del procedimiento porque puedo ver la pulsación de su corazón por ecografía.El abogado: En qué momento del procedimiento tiene lugar la muerte del feto, entre la ablación inicial... la ablación de los pies o de las piernas y el aplastamiento de la cabeza, o, perdón, la descompresión de la cabeza.Carhart: Y bien, usted verá, una vez más, yo no se verdaderamente lo que es la muerte del feto. Debo, honradamente, comunicarles una determinada duda, su Honor. Pueden retirar el contenido de la caja craneana y el corazón del feto seguirá batiendo durante varios segundos o varios minutos. ¿Entonces consideran que el feto está aún en vida? Debería decir que probablemente sí, aunque el cerebro no tenga más función. Pienso, por lo tanto que está en realidad en estado de muerte cerebral.

El abogado: ¿Pues la muerte cerebral podría producir cuándo ustedes comienzan la succión del cráneo?

Carhart: Pienso que hay muerte cerebral porque la succión solo dura de 2 a 3 segundos, por lo tanto es ciertamente durante este plazo de tiempo qué ella tiene lugar, y no cuando penetras en el cerebro, porque la gente que recibe una bala en la cabeza no se muere inmediatamente, o incluso no se mueren de golpe fijo; por tanto no es suficiente para matar el feto pero pienso que retirar el contenido del cerebro termina por conducirlo la muerte.

El secreto horrible de la desmembración y la recolección de fetos se reveló públicamente en 1999 cuando la emisión 20/20 difundió un reportaje y que una cronista muy conocida, Mona Charen, describió el día típico en una compañía volcada en el tráfico de órganos y tejidos. Al interrogar a una profesional - que se le llama a veces técnico de suministro de tejidos de feto - Charen describió como la joven mujer se procuraba fetos de abortos tardíos y la manera con que los disecaba para obtener los miembros deseados. Según la profesional, casi todos los especimenes estaban "en perfecto estado” meses, muchos tenían al menos siete."

No obstante, nada habría podido preparar la profesional médica a lo que iba a experimentar un día, cuando se le aportó un cubo de metal que conteniendo los fetos de gemelos de siete meses. Observando a dos bebés muy rosados, ella debió recular con disgusto viendo moverse e intentar respirar. Se horrorizó aún más cuando el cirujano apareció y lanzó, según el testimonio de Charen "yo le he encontrado buenos especimenes, gemelos", antes de verter una botella de agua en el cubo para ahogarse lo que era hasta allí seres humanos vivos.

Repugnada por el procedimiento, la profesional reconoció que había muchos bebés aún vivos. Los médicos les rompían simplemente la nuca o los mataban a golpes de pinzas de metal. En cierto caso, según de lo que informó la profesional, comenzaban una disección cortando y abriendo el pecho, suponiendo que el bebé ya se había muerto, para descubrir finalmente que el corazón batía siempre. Añadió también que la manera en que se practicaban los abortos también se había modificado, lo que significa que se hacían más deliberada y lentamente para garantizar que el bebé siguiera estando intacto, y eso aunque eso significaba el nacimiento de un bebé vivo o la prolongación del dolor en un bebé antes de que se muera. Cuando el ritmo de los abortos aumentó, no era raro seleccionar bebés aún vivos y retirarles miembros.

La formación para el puesto de colector de feto es increíblemente simple. Un técnico la ha explicado de esta manera: "La formación consistía, cuando yo estaba allí, en aportar una gran bandeja - una placenta, coágulos de sangre - y mostrar cómo aclarase en todo este fárrago, para intentar encontrar miembros, un hígado, un páncreas, riñones - lo que era necesario buscar, para definir lo que había en todo este desorden.

En una sesión en el congreso que tuvo lugar delante del Subcomité la salud y medio ambiente el 9 de marzo de 2000, un técnico de suministro, Lawrence Dean Alberty Jr, aturdió a los miembros del Congreso por su descripción de la rutina en los locales donde se recuperaban los miembros, como si se tratara de cosechas agrícolas:

"Al aceptar el trabajo de técnico de suministro en fetos, tenía la impresión que mi oficio iba a mejorar la vida de los pacientes de la enfermedad de Parkinson, de Alzheimer, y a las víctimas del cáncer. Jamás había pensado que los tejidos eran otra cosa que mercancías. Lo que me hizo cambiar de dictamen, fue asistir a abortos tardíos y de ver los ojos de los fetos observarme mientras que los abría la caja craneana para extraer el cerebro para investigaciones sobre las enfermedades de Parkinson o Álzheimer, fue abrir su caja torácica, ver la pulsación del corazón ralentizarse hasta su paro total. Cortar la sangre de su corazón, u observar fetos en una bandeja metálica moverse o respirar, y encontrarme sin alternativa y pensar durante todo este tiempo: ¿" Dios mío, ¿Qué he hecho para ver todo eso"? Noche tras noche, en mi sueño, los fetos estaban allí. Los corazones que batían, los gritos de su madre que resonaban cuando se extraían a los bebés de su cuerpo. Estos sueños se convirtieron en pesadillas de final del mundo. Pesadillas apocalípticas que me despertaban cubierto con sudores fríos. Me sentía enfermo todos los días, no quería salir más de mi casa...

Más tarde en el proceso, Álberty fue preguntado por uno de los miembros del Congreso sobre las razones para las cuales terminó por llamar al FBI. Su respuesta dejó a numerosas personas de la asamblea sin voz. "La razón para la cual llamé al FBI, es que un día dos fetos de gemelos que estaban más de veinticuatro semanas de gestación nacieron vivos y me los aportaron sobre una bandeja. Cuando la persona ha levantado el pedazo de tejido y me ha mostrado de que se trataba, eso me ha perturbado hasta el punto ya de no saber que hacer. Ver dos fetos de gemelos que se mueven, gesticulando, respirando me ha trastornado realmente. No soy médico. No he pretendido serlo nunca, pero realmente nunca, y no podría decirles si estos gemelos tenían problemas genéticos. Todo lo que vi es que estaban intactos, lo que significa que no había marcas de pinzas sobre ellos, que no sangraban, eran dos gemelos que se hacían de mimos ante mi. Y fui. "

El testimonio más horrible fue seguramente de Brenda Shafery, enfermera enviada sobre un lugar de recogida de órganos tomados sobre fetos. Partidaria del aborto en la época, la enfermera Shafer presumía que su trabajo prestaría un servicio considerable, para el progreso de la ciencia médica, utilizando los tejidos tomados sobre los fetos para salvar vidas. Según el Ashville Tribune, Diario que publicó su historia, la que asistió la enfermera Shafer, la cambió para siempre:

"Estaba lado del doctor y lo observaba practicar un aborto parcial, que era un nacimiento casi, sobre una mujer embarazada de seis meses. Las pulsaciones del corazón del bebé eran visibles claramente sobre la pantalla la ecografía. El doctor pudo sacar el cuerpo y las manos del bebé, todo excepto su pequeña cabeza. El cuerpo del bebé se movía. Sus pequeños dedos enroscados. Daba patadas. El doctor tomó un par de tijeras y las hundió detrás de la cabeza del bebé y el brazo del bebé se estremeció bruscamente, sorprendido, el reflejo de un bebé que se siente caer. Luego el doctor abrió las tijeras colocó el tubo succión en el agujero y extrajo el cerebro del bebé.En ese momento, el bebé se ha ablandado completamente. No he vuelta nunca a la clínica. Pero siempre estoy atormentado por la cara de este pequeño niño. Era la cara de un ángel, el más perfecto que nunca haya visto.

Se teme que a largo plazo, si no es ya el caso, habrá mujeres que elegirán ser preñadas y abortadas, simplemente para la renta de la venta de los tejidos de feto, satisfaciendo así las solicitudes de los investigadores que tienen una necesidad constante. Se prevé que este mercado, que aumentó un 14% al año, representa más de mil millones de dólares, sin contar los enormes beneficios derivados de las patentes que resultan de las experiencias. Mientras que el número de programas de investigación de las universidades, de las compañías de biotecnología y las empresas farmacéuticas aumenta una velocidad fantástica (el NIH solo repartió una subvención de veinte millones de dólares al año para la investigación sobre los tejidos de los fetos), los mataderos humanos continuarán multiplicándose. Se sacrificará a bebés, a algunas semanas de nacer, para que los investigadores puedan saber más sobre los tejidos y los órganos que recogen, con el fin de mejorar la existencia de las futuras generaciones, de las manos de los que serán bastante afortunados para haber sobrevivido.

AU NOM DE LA SCIENCE . Le choc: tous cobayes depuis un siècle

Andrew Goliszek.
Enquête franÇaiseThierry Soucar

Editions Télemaque. 2005 Paris

Pp 359-368

jueves, 17 de abril de 2008

¿ Necesitamos los partidos políticos? Paul Johnson

Mencionaba Alexis de Tocqueville la prohibición de la representación en los municipios de Nueva Inglaterra, como secuestro de la participación vecinal directa. De hecho hasta el propio George Washington tenía prevenciones acerca de los partidos políticos como maquinarias de poder sin límites.

La Confederación Helvética hace descansar su democracia en último término en los ciudadanos, a través de los mecanismos de iniciativa popular y del referéndum, de manera que la primera y la última palabra la tienen los ciudadanos y no los partidos. Algo similar se podría decir de las comunas y los cantones donde el vecino es el primer y último pilar de la democracia municipal.

Muy diferente de todo esto, por nuestros pagos aumenta cada vez más la partitocracia, tendiéndose de manera notoria hacia un bipartidismo o mejor dicho bimacropartidismo, que además se trata de colar desvergonzadamente como sumún de la democracia. Hasta muchos denominados castellanistas, poco conocedores del viejo régimen comunero castellano, que algunos confunden con régimen comunista, tienen pretensiones partidistas: un gran partido, una gran extensión, un gran poder; naturalmente que hasta la fecha no son sino pretensiones ilusorias y larvadas de esas metas temibles, pero que los identifica si no cuantitativamente si cualitativamente con cualquiera de los grandes partidos en candelero. Es decir más de lo mismo.

Anexamos un artículo de Paul Johnson , en el que discurre acerca de estos temas en el ámbito anglosajón pero fácilmente extrapolable a otros ámbitos

*************** ANEXO******************************

¿NECESITAMOS LOS PARTIDOS POLÍTICOS?, ¿Llevaba razón Washington?

Paul Jonson Libertad Digital, suplemento Ideas.

¿Necesitamos los partidos políticos? Rara vez se plantea esta cuestión. Quizá debiéramos formularla de otra manera: ¿hasta qué punto necesitamos a los partidos políticos? Porque, ciertamente, el costo moral de tenerlos es elevado, y sigue creciendo. Gestionar y promover partidos políticos sale muy caro en el siglo XXI. Recaudar los fondos necesarios apelando al idealismo de los fieles ya no es posible, si es que alguna vez lo fue. Entran, pues, en liza motivaciones más primarias, lo que significa corrupción de una u una forma. Y la experiencia parece sugerir que, en casi todas las democracias occidentales, la recaudación de fondos es, a día de hoy, y con diferencia, el mayor foco de corrupción. La venta de títulos nobiliarios a cambio de cuantiosas donaciones a las arcas del partido viene siendo un escándalo en Gran Bretaña desde hace tiempo. No se trata simplemente de la venta de unas "condecoraciones" que permiten al receptor –tras desembolsar, pongamos, un millón de libras en efectivo – llamarse (y ser llamado) Lord; se trata también de la venta de un escaño en el Parlamento, puesto que los poseedores de títulos nobiliarios vitalicios tienen derecho a ocupar una banca en la Cámara de los Lores, el equivalente británico del Senado norteamericano. Así pues, ello les concede el ingreso a lo que se ha denominado "el mejor club de la Tierra", que encima les concede un estipendio. Más gasto. También les permite –y este punto es crucial – discutir, enmendar y votar las leyes que pasan por el Parlamento. Cierto, los poderes de la Cámara de los Lores son inferiores a los de la Cámara de los Comunes. No puede echar abajo los proyectos de ley, pero puede retrasarlos y alterarlos. Nadie sabe con exactitud cuántas personas han comprado sus escaños en la Cámara de los Lores. Podrían ser más de 100 (de un total de 725), y esa cifra puede crecer. Hasta hace poco los títulos nobiliarios se entregaban exclusivamente a quienes pagaban a tocateja; ahora se ha descubierto que a los ricos se les ha concedido o prometido títulos a cambio de préstamos en condiciones favorables. La fuente de esta nueva forma de corrupción es el nuevo Partido Laborista, que anda buscando un sustituto de los sindicatos como principal fuente de ingresos. No obstante, los conservadores y los liberaldemócratas también han intentando recaudar dinero prometiendo favores. En cuanto un partido es lo suficientemente grande, puede abrirse camino en los derroteros del enjuague. Vender títulos nobiliarios es una estratagema característica de los británicos, pero el fenómeno de la corrupción está presente en toda Europa, especialmente en Alemania, Italia, Francia y España. En estos cuatro países, prácticamente todos los escándalos financieros importantes de los últimos veinte años con políticos de por medio tienen su origen en la recaudación de fondos para los partidos. Algunas de las más altas figuras políticas han sido acusadas de cometer abusos en la recaudación de fondos, entre ellos el presidente francés, Jacques Chirac, cuando era alcalde de París, y Helmut Kohl, cuando era canciller de Alemania. La defensa suele ser la misma: "Pero lo hice por el partido". Pero sigue siendo corrupción. Y coger dinero para el partido acaba por dar paso al hábito de coger dinero para los individuos. El más reciente escándalo relacionado con los títulos nobiliarios ha dejado impertérritos a los políticos británicos más curtidos. "El dinero tiene que recaudarse de alguna manera", dicen. "Si no se nos permite vender títulos, los partidos tendrán que ser financiados por el contribuyente". ¿Soy el único en encontrar ultrajante esta sugerencia? Significaría, de hecho, que la gente estaría obligada a conceder subsidios a un monopolio político ejercido a perpetuidad por políticos profesionales. Este asunto, en qué medida la recaudación de fondos para las campañas –tanto del partido como personales – conduce a la corrupción, es objeto de controversia en EEUU. Ciertamente, se conceden cargos a los donantes importantes, incluso destinos diplomáticos fundamentales. A menudo he pensado que esto representa una enorme desventaja para los esfuerzos diplomáticos norteamericanos a la hora de exponer sus políticas al mundo, algo que, hoy más que nunca, es de crucial importancia. George Washington abordó el problema de los partidos políticos hace 200 años, en su Discurso de Despedida. Reconocía, a regañadientes, que es "probablemente cierto" que, "dentro de ciertos límites", "en los países libres los partidos políticos son controles útiles de la administración del Gobierno y sirven para mantener vivo el espíritu de la libertad". Pero añadía que el espíritu partidario no había de ser "alentado". "Siempre habrá suficiente para todo propósito necesario", agregaba. Y, dado el "peligro constante de que lo hubiera en exceso, el esfuerzo por mitigarlo y aplacarlo ha de correr, forzosamente, por cuenta de la opinión pública". Asimismo, comparaba la competición partidaria con un incendio: "El fuego precisa de vigilancia constante, no sea que, en lugar de calentar, consuma". Los occidentales deberíamos reflexionar acerca de cómo pasar sin partidos políticos todopoderosos y altamente organizados, o al menos sobre cómo reducir su influencia. ¿Por qué no promover que se presenten a las elecciones individuos más independientes? ¿Qué papel deben desempeñar los independientes en los parlamentos y congresos del siglo XXI? Durante los dos últimos siglos, los partidos políticos han dominado cada vez más nuestras legislaturas, constituido nuestros gobiernos y dado forma a nuestras sociedades. Pero si son instituciones tan exitosas e indispensables, ¿por qué son tan corruptas? ¿Es inteligente intentar exportar esta tradición partidista a las democracias que intentamos levantar en países como Irak y Afganistán? Después de todo, en Israel, que es una democracia genuina, el extremadamente fragmentario sistema de partidos es un obstáculo para un gobierno bueno y estable. Este tipo de cuestiones ha de plantearse y debatirse en los medios, los think tanks y los departamentos universitarios de Ciencias Políticas. No debemos mantenernos por toda la eternidad en la línea derrotista en que estamos atascados con el viejo sistema de partidos.

miércoles, 16 de abril de 2008

La democracia en América. Alexis de Tocqueville

Hay unas interesantes consideraciones acerca del gobierno local en la Norteamérica de sus primeros tiempos fundacionales recogidas por Alexis de Tocqueville en su libro “La democracia en América”. Es curioso que la democracia directa de los pequeños municipios no se debe tanto a la moderna ideología de la democracia cuanto a la experiencia que aún quedaba de los consejos municipales en el viejo continente que provenía de la compleja organización medieval y que los inmigrantes aportaron en su asentamiento americano. Organización por cierto muy distinta de la organización política estatal y federal en la que ya se reconocen las características de la moderna democracia liberal formal: parlamentos, partidos, separación teórica de poderes etc.

Es curioso que en la organización de los pequeños municipios estuviera prohibida la representación, como escamoteo que es de la verdadera participación del vecino. Las grandes ciudades por el contrario tenían estatutos especiales que las sitúan plenamente dentro de los mecanismos de la moderna democracia formal. Como por otra parte la mayoría de la población norteamericana vive en grandes ciudades, la democracia directa hoy día es poco menos que un residuo político sin verdadera importancia.

En la antigua Castilla el funcionamiento de comunidades de villa y tierra, merindades y behetrías estaba basado también en la democracia directa, aunque su importancia real , por motivos diversos y complejos, decayó definitivamente en el siglo XVI, no quedando más que residuos de la antigua organización comunera a partir de aquel lejano siglo.

Por cierto que algunos opinantes acerca de la vieja organización comunera castellana, consideran que no era mucha democracia la organización de algunos concejos anuales. Parece que no están muy enterados de la actual organización local y municipal en donde la mayoría de los vecinos no participa nunca de forma directa en el gobierno de la cosa pública , tan solo puede elegir representantes o intermediarios y eso cada cuatro años en el mejor de los casos.

Hoy día siguen considerando muchos al representante o intermediario y a la organización partidaria que lo promueve como característica inequívoca de la democracia representativa, ignorando la existencia de los modernos medios de comunicación y telecomunicación que hacen cuanto menos cuestionable la existencia del representante, en otra época más justificada teóricamente en razón de las distancias y otras estrecheces vitales.

Alain Benoist nos recuerda el origen claramente burgués de la actual democracia representativa:

El juego político está calcado de la actividad económica: al mercader, intermediario entre el productor y el consumidor, le corresponde el representante, intermediario entre el elector y el Estado; a la negociación contractual le corresponde la discusión como fuente de un compromiso que permite ahorrarse la decisión.

Y Péguy podrá escribir: «La burguesía ha forjado con conocimiento de causa al intermediario: intermediarios son estos “políticos intelectuales”, nada socialistas, nada pueblo, distribuidores automáticos de propaganda, revestidos del mismo espíritu, artesanos de los mismos métodos que combaten en el adversario. Es a través de ellos como el espíritu burgués desciende por capas progresivas al mundo obrero y mata al pueblo, al viejo pueblo orgánico, poniendo en su lugar esta masa amorfa, brutal, mediocre, olvidadiza de su raza y de sus virtudes: un público, la muchedumbre que odia».

(Alían Benoist..El burgués paradigma del hombre moderno. El manifiesto nº 1, 4 º trimestre 2004)

Adjuntamos un antología de textos de Alexis de Tocqueville.


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ANEXO


Los poderes municipales en Nueva Inglaterra

En el municipio, como en cualquier otra parte, el pueblo fuente de los poderes sociales, pero en ningún otro lugar ejerce su poder de forma más inmediata. En América, el pueblo es un amo al que ha habido que complacer hasta los últimos límites de lo posible.

En Nueva Inglaterra, la mayoría interviene por medio de representantes cuando resulta necesario tratar los asuntos generales del Estado. Era necesario que fuese así. Pero en el municipio. donde la acción legislativa gubernamental está más cerca de los gobernados, no se admite la ley de representación. No existe consejo municipal alguno. El cuerpo de los e lectores, tras haber nombrado a sus magistrados, los dirige él mismo en todo aquello que no es la ejecución pura y simple de las leyes del Estado 65



En este orden de cosas es tan contrario a nuestras ideas y tan opuesto a ­nuestras costumbres que resulta necesario poner aquí algunos ejemplos para que sea posible comprenderlo bien.

En el municipio, como veremos más abajo, las funciones públicas son extremadamente numerosas y se encuentran fuertemente divididas. No obstante, la mayoría de los poderes administrativos se concentra en manos de un pequeño número de individuos elegidos cada año i que se llaman selectmen (66).

Las leyes generales del Estado han impuesto a los selectmen un número de obligaciones. Para desempeñarlas no tienen necesi­dad de la autorización de sus administrados y no pueden sustraerse a ellas sin comprometer su responsabilidad personal. La ley del Estado les encarga, por ejemplo la formación de las listas electorales de sus municipios. Si prescinden de hacerlo, son culpables de un delito. Pero en todas las cosas dejadas bajo dirección del poder municipal, los se­lect-men son los ejecutores de las voluntades populares, como entre nosotros el alcalde es el ejecutor de las deliberaciones del consejo municipal. Las más de las veces actúan bajo su propia responsabili­dad y no hacen otra cosa que seguir, en la práctica, el resultado de posprincipios que la mayoría ha establecido con antelación. Pero, ¿desean ir un cambio cualquiera? Si quieren dedicarse a una nueva em­presa es necesario remontarse a la fuente de su poder. Supongamos que se trate de establecer una escuela. Los .selectmen convocan para un día determinado, en un lugar indicado de antemano, a la totalidad de los electores. Allí exponen la necesidad que se percibe, dan a
Conocer los medios que hace falta emplear para satisfacerla, el dinero que hace falta gastar, el lugar que conviene escoger. Consultada sobre todos esos puntos, la asamblea adopta el acuerdo, fija el lugar, vota el impuesto y devuelve la ejecución de sus voluntades a manos de los selectmen
­


Los select-men son los únicos que tienen derecho a convocar la asamblea municipal (town meeting), pero se les puede forzar a que lo hagan. Si diez propietarios conciben un nuevo proyecto y quieren someterlo a la aprobación del municipio, exigen una convocatoria generall de los habitantes. Los select-men están obligados a suscribirla y no conservan más derecho que el de presidir la asamblea.

Estas costumbres políticas, estos usos sociales se encuentran, sin duda, bien lejos de nosotros. No es mi intención en este momento .juzgarlos ni dar a conocer las causas ocultas que los producen y vivifican. Me limito a exponerlos.
Los selectmen son elegidos todos los años en el mes de abril o mayo. La asamblea municipal elige al mismo tiempo un gran número de magistrados municipales encargados de ciertos detalles administrativos de importancia: los unos, de nombre asesores, deben estable. los impuestos; los otros, llamados recaudadores, deben percibirlos. Un oficial llamado constable se encarga de la policía, vigila los lugares públicos y vela por el cumplimiento material de las leyes. Otro, llamado escribano del municipio, registra todas las deliberaciones y lleva las tal del registro civil. Un tesorero custodia los fondos municipales. Añádanse a estos funcionarios un vigilante de los pobres, cuyo deber, realmente difícil de cumplir, es hacer ejecutar la legislación relativa a indigentes; comisarios de las escuelas, que dirigen la instrucción pública; inspectores de caminos. encargados de todos los detalles de las vías públicas pequeñas y grandes, y se tendrá la lista de los principales agentes de la administración municipal. Pero la división de funcio­no se detiene ahí: entre los funcionarios municipales todavía nos encontramos con comisarios parroquiales, que deben regular los gastos del culto, e inspectores de todo tipo, encargados los unos de dirigir esfuerzos de los ciudadanos en caso de incendio y de velar por las cosechas; los otros de resolver provisoriamente las dificultades que puedan surgir con los cercados, aquéllos, de vigilar la medición de la madera o de inspeccionar pesos y medidas.

Se cuentan, en total, diecinueve funciones principales en el municipio. Cada habitante está obligado, bajo pena de multa, a aceptar estas diferen­tes funciones, pero también la mayoría de ellas está retribuida a fin de que los ciudadanos pobres puedan consagrarles su tiempo sin sufrir perjuicio Por lo demás, el sistema americano no concede estipendio fijo a los funcionarios. En general, cada acto bajo su ministerio tiene un precio y no son remunerados más que en función de aquello que han hecho.

(65) El número de municipios en el Estado de Massachusetts era, en 1830 de 305. El número de habitantes 610.014, lo que nos da, más o menos, un térmi­no medio de 2.000 habitantes por municipio.

(66) Las mismas reglas no son aplicables a los grandes municipios. Por lo general , éstos tienen un alcalde y un cuerpo municipal dividido en dos ramas. Pero esto es una excepción que ha de ser autorizada necesariamente por una ley. Véase lev del 22 de febrero de 1822 que regula los poderes de la ciudad de Boston (laws of Massachusetts, vol. 11. p. 588). Esto no se aplica a las grandes ciudades. A menudo ocurre que las ciudades pequeñas están sometidas a una administración particular. En 1832, se contaban en el Estado de Nueva York 104 municipios administrados de esta manera (Willianr'.s register)



Sobre el espíritu municipal en Nueva Inglaterra.

América no solamente existen instituciones municipales, sino un espíritu municipal que las mantiene y vivifica.

El municipio de Nueva Inglaterra aúna dos ventajas que, doquier ­que se encuentren, estimulan vivamente el interés de los hombres, saber: la independencia y el poder. Ciertamente, interviene dentro de un círculo del que no puede salir, pero ahí sus movimientos son libres. Esta independencia, por sí sola, le daría ya una importancia real aun cuando no se la asegurasen su población y su extensión.

Es necesario convencerse de que los afectos de los hombres no se sitúan, en general, más que allí donde está la fuerza. En un país quistado no se observa reinar por mucho tiempo el amor a la patria. El habitante de Nueva Inglaterra se vincula a su municipio no tanto por haber nacido en él, como porque en dicho municipio reconoce una corporación libre y fuerte de la que forma parte y que merece la pena que se la intente dirigir.

En Europa a menudo acontece que los propios gobernantes lamentan la ausencia del espíritu municipal, pues todo el mundo coincide en que es un gran elemento de orden y tranquilidad pública, aunque no se­pan cómo crearlo. Al hacer fuerte e independiente al municipio. temen repartir el poder social y exponer el Estado a la anarquía. Ahora bien, privad al municipio de la fuerza y la independencia y no encontrareis allí más que administrados y no ciudadanos.

Nótese, por otra parte, un hecho importante: el municipio de Nueva Inglaterra está constituido de tal forma que puede servir de base para vivos afectos y, a un tiempo, nada tiene a su lado que atraiga con fuerza las ambiciosas pasiones del corazón humano.

Los funcionarios del condado en modo alguno son elegidos y su autoridad está restringida. El Estado mismo no tiene más que una importancia secundaria. Su existencia es oscura y tranquila. Pocos hombres hay que, para obtener el derecho a administrarlo, consientan alejarse de sus intereses y en complicar su existencia.

El gobierno federal confiere el poder y la gloria a aquellos que lo dirigen, pero los hombres a quienes les es dado influir sobre sus des tinos son muy escasos. La presidencia es una alta magistratura a la que apenas llega con una edad avanzada y, cuando se alcanzan otras ­funciones federales, ello es, en cierto sentido, por azar y tras haber ­llegado a ser célebre recorriendo otra carrera. La ambición no tomarlas por el objeto permanente de sus esfuerzos. Es en el municipio centro de las relaciones ordinarias de la vida, donde se van a concentrar el deseo de ser valorado, la necesidad de intereses reales, el gusto por el poder y el bullicio. Estas pasiones, que con frecuencia perturban la sociedad, cambian de carácter tan pronto como pueden ejercerse cerca del hogar doméstico y, en cierto sentido, dentro de la familia.

Véase con qué arte se ha procurado, si puedo expresarme así, derrochar el poder en el municipio americano a fin de interesar a más gente en la cosa pública. Independientemente de los electores, llamados de vez en cuando a ejercer tareas de gobierno, ¡qué de funciones diverasas, qué de magistrados diferentes que representan todos, dentro del círculo de sus atribuciones, la poderosa corporación en cuyo nombre actúan! ¡Cuántos hombres explotan así el poder municipal en su beneficio y se interesan por sí solos en él!

El sistema municipal americano, a la vez que reparte el poder mu­nicipal entre un gran número de habitantes, tampoco teme multiplicar los deberes municipales. En los Estados Unidos se piensa, con razón, que el amor a la patria es una especie de culto al que los hombres se unen por la práctica.

De este modo, la vida municipal se deja sentir, en cierta forma, a cada instante. Se manifiesta cada día mediante el cumplimiento de un deber o por el ejercicio de un derecho. Esta existencia política imprime a la sociedad un movimiento continuo, pero al mismo tiempo pa­cífico que la agita sin perturbarla.
Los americanos se vinculan a la ciudad por una razón análoga a la por la que los habitantes de las montañas aman su región. Para ellos la patria tiene rasgos marcados y característicos, tiene más fisonomía que cualquier otro lugar.

Por lo general, los municipios de Nueva Inglaterra tienen una existencia dichosa. Su gobierno es tanto de su agrado como de su elección. En el seno de la paz profunda y la prosperidad material que reinan en América, los problemas de la vida municipal son numerosos. La dirección de los intereses municipales es sencilla. Además, hace mucho tiempo que se ha realizado la educación política del pueblo o, más exactamente, éste llegó completamente instruido al territorio que ocupa. En Nueva Inglaterra, la división estamental no existe ni en el recuerdo. No hay una parte del muni­cipio ,por tanto, que esté tentada de oprimir a otra y las injusticias, que tan sólo golpean a individuos aislados, se pierden en la dicha general. Si el gobierno muestra defectos, y algunos son ciertamen­te fáciles de señalar, éstos no ofenden a la vista, porque el gobier­no emana realmente de los gobernados y le basta con seguir, mal que bien, su curso para que una especie de orgullo paternal lo proteja. Por demás, no tienen nada con qué compararlo. Inglaterra rei­no en su época sobre el conjunto de las colonias, pero el pueblo siempre condujo los asuntos municipales. La soberanía del pueble en el municipio no sólo es, por tanto, circunstancia antigua, sino también una situación primigenia.

El habitante de Nueva Inglaterra se vincula a su municipio porque éste es fuerte e independiente. Se interesa en él porque contribuye a dirigirlo. Lo ama porque no puede lamentarse de su suerte. Pone en él su ambición y porvenir. Se implica en cada uno de los incidentes de la vida municipal. En esta esfera restringida a su alcance intenta gobernar la sociedad. Se habitúa a las formas sin las que la libertad no se alcanza salvo por revoluciones; se penetra de su espíritu, toma gus­to al orden, comprende la armonía de los poderes y pone en claro ide­as netas y prácticas sobre la naturaleza de sus deberes, así como sobré el alcance de sus derechos.

Sobre el condado en Nueva Inglaterra

El condado americano tiene mucha similitud con el distrito de Fran­cia. Al igual que a éste, se le ha trazado una circunscripción arbitraria. Forma un cuerpo donde las diferentes partes no tienen ningún vínculo necesario entre sí y en el que no se asocian ni afecto, ni memoria. ni comunidad de existencia. Sólo fue creado por un interés puramente administrativo.

El municipio tenía una extensión demasiado restringida para que se pudiera incluir en él la administración de justicia. El condado for­ma, pues, el primer ámbito judicial. Cada condado tiene un tribunal de justicia, un sheriff para ejecutar los fallos de los tribunales y una cár­cel para encerrar a los criminales.

Hay necesidades que se perciben casi por igual en todos los todos los municipios del condado. Era natural que una autoridad central fuese en­cargada de atenderlas. En Massachusetts esta autoridad está en manos de un cierto número de magistrados que designa el gobernador del Es­tado con el acuerdo de su consejo.

Los administradores del condado no tienen más que un poder limitado y excepcional que tan sólo se aplica a un número muy reducido de casos previstos con antelación. El Estado y el municipio son suficientes para ­la marcha ordinaria de las cosas. Esos administradores sólo preparan el presupuesto del condado; la legislatura lo vota. No hay asamblea alguna que represente al condado directa o indirectamente.

A decir verdad, el condado no tiene existencia política.

En la mayoría de las constituciones americanas se observa una do­ble tendencia que conduce a los legisladores a dividir el poder ejecutivo y concentrar el poder legislativo. El municipio de Nueva Inglaterra ­tiene de por sí un principio de existencia del que no se lo despoja, pero el condado habría que crear esa vida de manera ficticia y no se ha visto en ello utilidad alguna. Todos los municipios juntos sólo tiene una única representación: el Estado, centro de todos los poderes nacionales. Más allá de la acción municipal y nacional, se puede decir que únicamente hay fuerzas individuales.

Alexis de Tocqueville. La democracia en América. Ediciones Akal S.L. Madrid 2007

Pp 96-105

miércoles, 9 de abril de 2008